Dicen que es normal que cada un tiempo tengamos unos días en los cuales nos sentimos como de bajón, que no tenemos ganas de hacer nada y que todo nos parece gris. Dicen que pensar contínuamente en nuestros errores hará que en el futuro no los repitamos. Dicen, dicen y dicen. Pero también es verdad que si sólo pensamos en nuestros errores nunca conseguiremos seguir adelante. También es verdad que si te pasas horas pensando que no encontrarás solución a tus problemas, no la encontrarás. También es verdad que cuando más concentrado estés en las cosas negativas no serás capaz de ver las cosas positivas que suceden.
Un vaso está a la mitad, ¿tú cómo lo ves? ¿medio vacío o medio lleno? Este es el ejemplo más fácil de decir, depende de cómo decidamos tomarnos la vida lo veremos de una manera u otra. Sí, es muy fácil pensar en las cosas malas y negativas que nos han pasado, pensar que somos los únicos a quienes les suceden estas cosas cuando en verdad siempre vamos a conocer a alguien que le han ocurrido cosas peores y siempre tienen una sonrisa en la boca; esas personas que son capaces de ver la luz de la luna aun en la noche más oscura. ¿Qué es lo que permite a esas personas ser felices? Sencillamente decidir que lo malo no puede con lo bueno que tiene la vida para ofrecernos. He pasado días y días así, días en los que parece que nada puede salir bien, que nada de lo que haga estará bien, que todo lo que diga volverá en mi contra, que es para mí imposible ser feliz; hasta que llega un determinado momento en el que abres los ojos y ves que no estás solo, que también te han ocurrido cosas muy buenas sólo que no te apetecía verlas... Y aunque esté viviendo los meses más felices de los últimos años, hay veces que no puedes evitar pensar en los errores y la negatividad vuelve, aunque, por un motivo u otro siempre llega el momento de volver a ver todo positivamente, de volver a ver el vaso medio lleno, de volver a ver el sol brillar entre la tormenta.
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