Palabras, palabras y más palabras

Palabras, palabras y más palabras. Palabras con sentido y sin sentido. Palabras pronunciadas y palabras calladas. Es curioso como un simple hecho de la vida nos puede dar para tanto, para tantas palabras, para tantas conversaciones, para tantas y tantas horas y analizar e intentar comprender cada pequeño gesto y palabra dicha.

Me quedé más de una noche pensando en tus palabras sin poder conciliar el sueño, intentando decidirme si creerlo o no, pero más bien decidir si jugarme el corazón aun sabiendo que las cosas seguramente terminarían mal; noches y días intentando entender las últimas palabras que salieron de tus labios, esas palabras con las que me dijiste adiós, esas palabras con las que mi infierno particular empezó; pero mi problema después de un tiempo es que ya no me quedo despierta pensando en lo que dijiste, mi cabeza da vueltas y vueltas sobre lo que yo no dije o lo que me gustaría escuchar de tu parte, aunque sé que eso es imposible. No todo está hecho para durar y, los humanos nos esforzamos en atar todo nuestro tiempo por el miedo que tenemos al fin de nuestras vidas.

Palabras, palabras y más palabras. Cuando despertaba por las mañanas y lo primero que veía era tu rostro no podía ser más feliz y más aun cuando notaba tu sonrisa en mis labios y un "buenos días, hora de levantarnos" intentaba salir de tu boca prisionera en la mía; puesto que no hay mejor sabor que la risa de otra persona en nuestra boca. ¿Si echo de menos esos momentos? ¡más de lo que puedes imaginar! ¿Qué si ahora mismo quisiera que volvieran? sin lugar a duda, no. Porque ya he pasado ese incómodo momento en el que tienes que saludar en la mejilla a alguien a quien ya has besado en los labios, ¡y que labios!

Bienvenidos a mi mundo, lo siento que está un poco patas arriba, pero los últimos visitantes no fueron muy cuidadosos. Dicen que el tiempo ayuda a curar las heridas pero en realidad ¿el tiempo ayuda a olvidar? o ¿realmente en este tiempo aprendemos la solución para conseguir seguir adelante?

Palabras, palabras y más palabras hasta que llega un momento que las palabras en sí mismas ya no tienen significado alguno y es necesario un solo gesto que te indique que estás en lo cierto.